Despedida de un gladiador.

Joven luchador, veo finalmente has despertado así que tenemos que comenzar a movernos ya que nos queda un largo camino por recorrer, pero por lo que veo te preguntas quien soy y creo que es algo normal después de todo no creo que contemplaras tu deceso a una edad tan temprana, yo soy la muerte o como me conocen mejor en tu país la catrina, a pesar de la noticia que te estoy dando tu mirada no deja de ser retadora y tu voluntad se mantiene indomable, sin duda fuiste alguien verdaderamente aguerrido en vida.

Debo admitir que soy fanática de la cultura mexicana, todas sus tradiciones me resultan bastante interesantes cada una presentada y celebrada con más color y alegría que la anterior, inclusive tienen una tradición especialmente dedicada a mi lo cual considero un muy bonito gesto de su parte, pero hay otra parte de su cultura que ha logrado llamar mi atención y es una de la cual tu formabas parte, aquellos que en su tiempo fueron considerados los súper héroes mexicanos por antonomasia los luchadores.

Por mucho tiempo he quedado impresionada con varias de sus peleas, encuentros que pueden hacer que un ser inmortal como yo sienta emoción, puesto que lo que para muchos es un despliegue de violencia sin sentido, ante mis ojos es un verdadero espectáculo donde cada movimiento es como si fuera una pincelada sobre un óleo en el cual se está pintando una obra de arte, es algo bastante hermoso sin duda y al menos desde mi perspectiva algo digno de admirar.

Puedes estar seguro que varias de tus luchas lograron hacer que me parara y aplaudiera, tal como lo hizo tu padre varios años atrás, estoy segura que en estos momentos habrá miles de personas lamentando tu muerte y recordando cada uno de tus grandes combates, los homenajes que se harán en tu nombre no se harán esperar, en especial por aquellos que te siguieron tan fielmente estando en tu jauría por tanto tiempo, dejaste un gran legado tras de ti Pedro Aguayo Ramírez, aunque creo que es menester que te llame de otra manera en este momento, hijo del perro Aguayo.

Por cierto hay varias personas aquí que en un principio no pensaban que fuera cierto lo de tu fallecimiento, inclusive llegaron a insultarme porque pensaban que les estaba haciendo una broma de mal gusto, pero luego de unos momentos al ver la forma tan seria en cómo se los informe se dieron cuenta de la verdad, en especial por uno de ellos que lleva ya dos años terrenales aquí, fue un buen amigo tuyo cuando estuvieron vivos inclusive tú le dedicaste uno de tus más grandes triunfos a él.

Y hay algo curioso con él, puesto que a pesar de todo el dolor que sintió cuando se enteró de este trágico suceso el vino hacia mí y con lágrimas en los ojos me pidió un favor, es por eso que aquí termina la parte del camino en la que yo fui tu guía, el resto del trayecto lo recorrerás junto con aquel hombre que en vida llevo con orgullo el apellido Garza, yo me despido ya que aún quedan varias almas por guiar hacia mis dominios, tu que debutaste junto a un rey y pereciste al combatir con él una última vez, este reino te abre sus puertas para que puedas encontrar la paz.