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Carta de amor a la lucha libre.

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Así que esto  es  lo  que se siente, entrar  a  una  arena de gran escala, donde  tantos  grandes  nombres,  han  pasado, y ahora, después de tantos años entrenando, luego de  tantos  sufrimientos, de  tener  que  sacrificar muchas  cosas, aunque  de hecho, no  tenía muchas cosas  que  sacrificar  en primer lugar, después  de  todo, soy un humilde  forastero,  que quedó maravillado, cuando presencio por primera vez,  una  función de lucha  libre.

 

Sin tener a  donde  ir, esperando  solamente que  la  noche  cayera, para ir  a  resguardarme  al parque más cercano, pidiendo  que no  lloviera,  logre  escuchar a una  gran  multitud, que  clamaba apasionadamente,  el  nombre  de un luchador, que era  muy conocido en  ese  entonces, me acerque  para  ver de  qué  se  trataba el espectáculo que  estaban  dando, algo dentro  de  mí,  cambio drásticamente  la  brújula que me dirigía, guiándome a  un  nuevo destino.

 

Desgraciadamente,  no tenía  el dinero suficiente, para poder  pagar  por una entrada, así que,  tuve  que  quedarme  afuera, conformándome  solamente con escuchar, pero, era sorprendente, pues  podía  sentir, toda  la emoción  de  aquellos  que  habían  entrado, con solo  escuchar  sus  gritos  de  euforia, y  sin darme cuenta,  me  quede en la entrada  hasta  que  el  evento  termino, y al momento  que  la  gente  salía, algo dentro  de mí,  quería  entrar,  cuando  volvieran  a luchar.

 

 

Al  siguiente  día, pase  por  el  mismo  lugar,  para  mi  sorpresa,  se  encontraban dando  empleo,  para el  personal  de  limpieza, por  los  alrededores, logre  ver  a  varias  personas  que  iban  interesadas  en el puesto,  y  recordando,  como había sido  mi  historia,  con  todos  mis  trabajos anteriores, pensé  en darme  la  vuelta, pero  no  pude,  una parte  de  mí,  todavía  estaba  aferrada  a  la  idea, de presenciar  un  evento  de  lucha libre.

 

Literalmente,  corrí,  con todas mis  fuerzas,  tratando  de  ganar  el lugar, no importaba que me rechazaran, pero  quería  intentarlo, no  quería simplemente, dejar  este sueño de lado,  y la  cara  que  puso el  que  estaba  contratando, es algo  que nunca  olvidare,  puesto  que, creo  era la  primera vez,  que  veía  a  una  persona,  con tantas ganas  de trabajar de  conserje,  al ver mi iniciativa, y  darme la  oportunidad de  presentarme apropiadamente,  obtuve  el  trabajo.

 

 

 

Pasaron 3  días, hasta que  llegó  el  momento,  que  tanto  anhelaba, aunque,  para  infortunio mío, fue  en ese instante, que  descubrí,  que  las  personas  encargadas  de  la  limpieza,  solo aparecen,  cuando  ya  acaba la lucha, mi decepción,  fue  algo  grande al  enterarme  de ese detalle,  pero  aun  cuando  todos se  iban, y solamente  quedábamos  mis  compañeros  y  yo,  mi  sueño  se mantenía  en  pie.

 

Normalmente,  los  trabajos que  tenía,  los  perdía al  poco tiempo, ya  fuera  por  mi  irresponsabilidad,  o  porque  la  presión,  lograba  ganarme, no  por nada, termine  durmiendo  en la  calle, después  de haber mi  último  trabajo, a  pesar  de  eso, siempre,  me  ha  gustado  verle  un  lado  positivo  a  las  situaciones,  por  muy  mal que  estén,  tal  vez  por  eso, no  le  veía  mucha  importancia  a  mi  situación.

 

Ahora,  por algún  motivo, yo de  verdad quería  estar  ahí, y  así  fue, por  muchas  noches,  después  de  las  funciones  de  lucha  libre,  me mantuve  con el mismo  entusiasmo,  el  cual  creció, cuando un  luchador, que había olvidado  parte de  su  equipo, regreso y  me  pidió ayuda  para  encontrarlo, fue algo  relativamente  rápido,  ya  que  no  era un lugar  muy  grande, al  despedirnos, la  curiosidad me gano.

 

Y  pase a preguntarle  algunas  cosas,  sobre  lo  que  se  sentía  ser  un  luchador, el  me  contesto, no  con pocas  palabras,  solamente  describiendo lo principal,  sino  que,  se sentó,  y  me  invito a  que  hiciera  lo mismo,  ya que esa  pregunta, ameritaba  una  larga  respuesta, y   comenzó  a  contarme su historia, su  primera lucha, después  de entrenar  por  mucho  tiempo, su  primera  victoria, la  cual  festejo como si  fuera  la  lucha  por un  campeonato  mundial,  su  primera derrota, la  cual  lo  hizo querer mejorarse cada  día.

 

Como  escogió  el  nombre  y  el logo  de  su máscara, basándose en sus  ídolos  de  juventud, aquellas  palabras,  que más  me  llegaron,  fueron:

 

 “Es duro   comenzar  en  este  deporte, tendrás  que  pasar por muchos  malos  ratos,  hay ocasiones,  en  los  que  te  tocaran luchas no  solo en el  ring, sino personales, luchas  contigo  mismo,  si  en  verdad vale  la  pena  continuar,  y cuando  te  veas  al  espejo, tú mismo  te  dirás,  si  todo  ese dolor, todo  ese  entrenamiento, y  aquellas penurias que  has  pasado,  habrán  valido  la  pena, en mi  caso, mi  respuesta  es  sí,  si han valido  la  pena, todas  esas  noches  nervioso  antes  de  la  siguiente  pelea,  el  haberme  topado con  todo  tipo  de  rivales,  que  en más de  una  ocasión,  me  han  puesto  al  límite  en  el  ring, el  encontrar el estilo de lucha con el  que sientes  que te  acoplaras mejor,  todas  las  heridas  que  tengo en el  cuerpo,  los  recuerdos  de  tantos  combates  que quedaron  grabados  no  solo  en mi piel,  también  en la  memoria  de  todos  los  que nos  han venido  a  ver, y que al  finalizar  la  lucha,  el  público  te lo  reconozca,  hayas  ganado,  o  hayas perdido, esos sonar de  los  aplausos,  combinado  con  los  cánticos,  es una  melodía,  que  pocos  tenemos  el  orgullo y  placer de  escuchar, después  de  todo, no  importa  el  tamaño  de  la  arena, buena lucha,  y  buen público,  habrá  en  cualquier lugar, siempre  que  haya  personas  que  quieran mantener  vivo  este  deporte,  no  mejor  dicho, este  arte que  nosotros hacemos  con  cada movimiento.”

 

Y así,  a partir  de ese  día, tome  una  decisión,  yo  mismo  quería  comprobar  cómo  era  ese  mundo, donde él estaba,  y  me  propuse a mí  mismo, la  meta de  entrenarme  día  a  día, con lo básico que sabía,  comenzando por  fortalecer  mi  cuerpo, ayudándome con el  dinero  que había  ahorrado,  logre conseguir un  lugar barato donde  quedarme,  y  la  calle,  se  volvió  mi  centro  de  entrenamiento.

 

Practique  mi  propio  estilo  como  él  me  había  dicho, yo  quería  un  estilo  ágil, donde  pudiera  tener  libertad  de  hacer  cualquier lance, como los  veía  en  las  revistas que compraba,  rápidamente,  me  di  cuenta, de que no  era  un  juego,  y que se  requería  de  mucha  preparación, para  poder hacerlos debidamente,  pero para  alguien  acostumbrado  a  recibir los  golpes  que la  vida  le  daba  siempre  de frente,  decidí  arriesgarme.

 

Los  parques,  en donde  antes  dormía, ahora se habían  convertido en el  mejor  lugar  para  entrenar,  pues  podía  ir  de  un lugar  a  otro,  saltar  desde cualquier  posición,  y  practicar hasta  que mi  cuerpo  dijera  basta,  para  levantarme  e  intentar uno más,  una vez,  logre  aprender lo más  que  pude  sin un  maestro, decidí,  pedirle  ayuda a  él, quien  acepto, a pesar  de  que  pensé  que  no  tendría  tiempo  para  entrenarme.

 

Logre comprender,  los  principios  básicos para poder  realizar  una llave,  y  luego  de la  lección  diaria, lo  practicaba  en una  zona  donde los  arboles abundaban, sujetando  el  tronco o las  ramas,  con  la  llave  que  lograba  aprender,  sabría  que  sería  diferente  al  hacerlo  con  una  persona,  pero  hay  ocasiones,  que  uno  quiere  hacer las  cosas a  su manera,  aunque  entienda  que  no es la  correcta.


Y  así  fue, hasta  que tuve  mi primera lucha,  el logro  convencer  a los encargados,  que  me programaran  para una  de  las  luchas  que  abrían  el  evento, pensando en  lo  difícil  que  seria, no  había  pensado  todavía  en un  nombre,  o algún tema  para  presentarme, yo  tenía un boceto de  mi  mascara  en una  libreta,  así que  él  me convenció  de llevarlo, con la  misma persona  que  le  hizo  su  máscara a él.

 

Fue,  como  si  mis  sueños estuvieran en mi  mano,  cuando la  vi terminada, cada trazo que  había  hecho, en esas noches  de inspiración, había  quedado  plasmado en ella, con  respecto al  tema  musical, con  el  que  sería  mi  entrada, no  tenía idea de  que  poner,  fue en ese día, que  una  tienda  nueva  estaba  abriendo, una  florería, me  quede  observando  por  un momento  los arreglos que  tenían a la venta, cuando  sonó, desde la  radio que habían prendido, una canción, la cual estaba en inglés, no  logre  comprender su significado, en ese  momento.

 

Pero,  sentía  como  si  mi  cuerpo hubiera logrado entenderlo,  sin necesidad de  entender  la  letra, el  ritmo, las  voces,  y  los instrumentos,  lograron  hipnotizarme,  y  decidí que  ese  sería  mi  tema  de  entrada, me quede  hasta  que  pronunciaron su nombre hasta  el  final  de la canción, y lo anote  rápidamente,  luego  él  se encargó  de  buscarla, el día de  mi  primera  lucha, no sabía  que  pasaría, simplemente,  quería  entrar,  luchar lo mejor  que pudiera, y dar un espectáculo, el  cual  la  gente,  estuviera contenta  de haber  visto.

 

Mi  oponente, fue alguien  experimentado, se veía  en su  cara  y en  sus  movimientos,  todos los años  de  experiencia  que  traía  encima  suyo,  era una  pelea,  a  2  de  3 caídas  sin  límite  de  tiempo, iniciando  la  primera  caída, simplemente me  lance  al  ataque  sin  ninguna  precaución,  me  derribo,  sin ningún  problema, y  logro  aplicarme  un  francotirador,  cerrando  rápidamente  la  llave,  en la  mitad  del  ring,  me  rendí.

 

La  segunda  caída, es  algo,  que  nunca voy a  olvidar,  puesto  que, cuando voltee  a  ver  a  la  afición, no los  veía  emocionados, no  notaba  ese  furor,  que había  escuchado  la primera  vez,  que  estuve  cerca  de  un ring, y cuando  la  campana sonó,  ambos  hicimos  una  toma  de  referee,  empatando  en fuerzas,  en un descuido,  logro  mandarme contra las  cuerdas,  y fue  ahí,  donde encontré, mi lugar  predilecto.

 

Aproveche mi  velocidad, al  esquivar  su  golpe  de  ante  brazo,  y  aprovechar  las  cuerdas,  para  propinarle  una fuerte patada  en la  cabeza,  aprovechando,  el aturdimiento de mi oponente, subí  a  la tercera  cuerda,  y  realizando  un salto  de  fe, lleve  a  cabo, el único  lance  que había  logrado  aprender  bien,  un  mortal hacia  atrás,  logrando  derribarlo, pero no fue  suficiente  para llevarlo a  la  cuenta  de  los  3  segundos.

 

Durante  10  minutos,  continuamos  con el  intercambio  de  golpes,  llaves,  y contra llaves,  esperando  al  primer  error  del  otro, y  termine  cayendo, ante  un  suple alemán, aplicado  desde  la  tercera  cuerda,  dos caídas  al  hilo, pero,  no me sentía mal  por  haber sido  derrotado, al finalizar  la  lucha,  escuche los aplausos, los  cánticos, y tuve  la mano  de  mi  rival  enfrente  mío,  esperando  a  que la  estrechara, en señal  de respeto  por la lucha  que habíamos  tenido.

 

Y así  comenzó  todo, con  una  derrota, con  la  cual  aprendí muchas  cosas, en especial, algo  que  había  olvidado, lo  cual  era, disfrutar  de  la  pelea,  sentir esa sensación  de satisfacción  al  realizar  bien  una llave,  y  al  recibir  mi primera  paga  como  luchador, la cual  fueron, una  torta  de  jamón,  y un  refresco  de  naranja, y  ante  la  luz de la luna,  luego  de  haber  terminado mis labores  de  limpieza, me dispuse  a  comerlo,  prácticamente  llorando, por  la  felicidad que  me traía, pues era  la  torta, que  representaba  mi  inicio  en la lucha libre.

 

El  tiempo paso,  la  paga  aumento, y mis  habilidades  también  crecieron, mi  repertorio  de  llaves,  y de lances, se  volvió  basto  y  variado, fui luchador, y  conserje  de  ese  lugar, hasta  que  junto  con mi maestro,  nos  fuimos en busca  de nuevas  oportunidades a otros lugares, pasando  por Gimnasios  pequeños, arenas algo más  grandes,  pequeñas carpas  donde la gente se reunía, para poder ver a  dos  gladiadores, hacer  sus mejores movimientos, hasta  ganar  la  pelea, y fuimos  escalando lugares.

 

Hasta el día  de hoy, donde  me  encuentro,  en una  arena,  que  ha  sido  el pilar,  para  este  deporte,  el lugar  donde las leyendas nacen, también  llamada, La Arena Adolfo López Mateos, o  también llamada  la  catedral  del metal, y en  este  día puedo  decir,  que en este  lugar  donde  se  han escrito  miles de  historias,  ha llegado mi turno,  de empezar  la  mía, y cuando  anuncien mi nombre  para  la  siguiente  pelea, saldré  con  la  misma  actitud  que  en  mi primera  pelea.

 

Decidido  a  dar lo mejor, sin  pensar,  en perder, o ganar, solamente, estar  enfocado  en luchar, ahora  mi sueño, es poder seguir,  por  muchos  años, tratando  de  que  las lesiones no frenen  mi  camino, creo  que  eso,  es  a  lo  que  más  le teme  un luchador,  a no poder  seguir, por  culpa  de una  fractura, o  algún  accidente,  después  de  todo, hubo  muchas  carreras,  que  acabaron de  la  noche  a la  mañana,  por  esa  cuestión.

 

Este  deporte,  me  devolvió  todo,  y me dio  una razón para  seguir  adelante, es por eso, que  cada  lucha,  es sinónimo de  darlo  todo, para poder pagar  un  poco lo  que  me  han dado,  en  este  lugar,  donde  cada  paso  que doy,  hacia el  ring, me hace  sentir  como  nuevo, donde  los canticos  de la  afición, me  dicen  que no  hay  nada  que no  pueda  hacer,  y  donde  encontré, una  oportunidad, para volver  mis  sueños  realidad.

Y  una  vez  sonó la  campana,  se  escuchó, el  grito que daba  inicio  a  la batalla, entre  los  coreos  de  la  multitud,  que  esperaba  eufórica  a sus  ídolos.

“Lucharaaaaaaaaaaaaan,  a  ganar  dos  de  tres  caídas,  sin  límite  de tiempo.” 

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